Un botón, su imagen se reflejaba en mis gafas, empañadas por mi agitada respiración dirigida hacia mis ojos por una bufanda exageradamente vestida por mi. El reloj no avanzaría hasta que el botón fuese presionado o mi interés en él hubiese decaído. Redondo y blanco, pareciese que no tuviese relieve sobre la superficie en la cual se ubicaba, pero sus letras recordaban alguna oración leída en mi infancia con respecto a bajar, subir, entrar, salir, soñar, vivir... no recuerdo muy bien. El frío que rodeaba este artefacto era solo percibido paradójicamente por mi vista, que hacía notar un poco de hielo incrustado en la superficie del interruptor.
Detrás de mí, el demonio me incitaba a presionarlo. Bueno cual abogado en el arte de argumentar y convencer, pasó rápidamente a enumerar las razones por las cuales yo debiese de presionar aquel botón. Muchos deseos de venganza serían cumplidos de una vez por todas y mi felicidad llegaría por fin a su punto cúlmine. Ellos lo merecían, era todo su culpa, provocaron la causa que determinó todas las consecuencias que estaban ocurriendo. Vestía un traje negro qu le llegaba como zotana hasta los pies, en los cuales no había más que 2 bolass de basura negras protegiéndolos de la gelida escarcha que rodeaba todo aquel ambiente. Sus ojos eran grandes y rosados y sus labios estaban pintados de color amarillo. Su tez no era roja, sino verde.
El bastón que el malulo portaba tenía poderes y no lo pude percibir hasta el momento en que recobré la razón. Ese día yo andaba con un buzo café y polera manga larga verde. Mis manos eran blancas como la nieve y se perdían en el botón (que a veces crecía al tamaño de elefante y otras se achicaba como una hormiga).
Sugirió por última vez que era un justo castigo, no lo medité y lo hice.
Derrepente el reloj de pulsera volvió a emitir su continuo tic tac, la atmoosfera de la pequeña salita de estar se volvió cada vez más densa y oscura, y el pequeño hombre verde de labios amarillos, en vez de esfumarse, dio vuelta sus instrumentos de diablo de tal modo que fueron casi imperceptibles al contrastarse con el café del piso acolchado de madera de mi casa. Tuve un mal presentimmiento acerca de este simple gesto, que a mi percepción mo hacía más que empeorar las cosas entre mi y el mundo exterior.
La chicharra se había activado.
Corrí lo más rápido que pude en dirección a la escalera más cercana, al no poder encontrarla, me tiré desde una altura de setecientos metros a través de la venana de aquella oscura torre, los rayos de luna invadían la nueva abertura por la cual ahora podía ntrar la luz y mi gran escape fue considerado como una afrenta ante el Dios del aberno.
Hasta el día de hoy sigo perseguido por los demonios, esos pequeños seres mandados por mi contraparte del contrato, documento legal malamente firmado por mí, mediante un engaño, con solo presionar el botón de aquella habitación, que me condenó a mí y a mis seres queridos (que por suerte no son muchos) a una vida de tristeza y melancolía, rodeada de odio, envidia y deslealtad.
martes, 26 de octubre de 2010
jueves, 21 de octubre de 2010
Ella
Sus pómulos sonrojados por el caluroso Sol
brillaban en la eterna noche estrellada
brillaban cual polvo de hadas
que de Dios había recibido el Don.
Su nariz era más pequeña que grande,
levantada como un mástil en punta.
Como haciéndole a uno la pregunta
¿Puede haber algo tan bello que la Deidad mande?
Sus ojos eran lustrosas perlas de piratas
hermosas, bellas, pero jamás encontradas,
escondidas junto al resto del tesoro
que no era menos que su cuerpo en todo.
Sus largos cabellos caían en los verdes llanos,
dando los más furtivos y certeros golpes,
lo que producía el enojado y envidioso llanto
de todas las apocadas ninfas del bosque.
Mas cualquier regalo divino no importa
si en un recóndito lugar de su mente
están los dones celestiales que forjan
una auténtica mujer diferente.
A esa mujer diferente me daría
si desde su ser me lo pidiera
y aunque fuera en la lejana lejanía
me dispondría a comenzar una nueva era.
brillaban en la eterna noche estrellada
brillaban cual polvo de hadas
que de Dios había recibido el Don.
Su nariz era más pequeña que grande,
levantada como un mástil en punta.
Como haciéndole a uno la pregunta
¿Puede haber algo tan bello que la Deidad mande?
Sus ojos eran lustrosas perlas de piratas
hermosas, bellas, pero jamás encontradas,
escondidas junto al resto del tesoro
que no era menos que su cuerpo en todo.
Sus largos cabellos caían en los verdes llanos,
dando los más furtivos y certeros golpes,
lo que producía el enojado y envidioso llanto
de todas las apocadas ninfas del bosque.
Mas cualquier regalo divino no importa
si en un recóndito lugar de su mente
están los dones celestiales que forjan
una auténtica mujer diferente.
A esa mujer diferente me daría
si desde su ser me lo pidiera
y aunque fuera en la lejana lejanía
me dispondría a comenzar una nueva era.
domingo, 17 de octubre de 2010
Brillo de Sol
La hora del crepúsculo se avecina,
y así, de a poco, el brillo del sol se extingue
trayendo, de la noche, su estirpe
y envolviendo a todo quien la mira
¿Es culpa de ella tapar mis estrellas?
Toda la infelicidad no recae más que en mí.
La única persona que en todo el mundo sentí
no fue más que una sola y fugaz ráfaga de cometas.
Cualquier brillo de Sol en este momento ayudaría,
sea naciente de Australia o de la misma China.
Cualquier brillo de Sol que me ayude a olvidar
será bienvenido a bailar este vals infernal.
El vals de una larga estadía póstuma,
póstuma en vida, no más que un inútil baile
que llevará mi vida y la hará sin sentido hasta la tumba
mas qué desearia yo que ese baile se desgaste.
Paradójico es que mis plegarias a los Dioses escuchar sea difícil
mas a cualquier Brillo humano de Sol sea imposible.
Ya se fue mi esperanza antes no perecible,
ahora mi pareja es la soledad acompañada, y a ella, soy dócil.
y así, de a poco, el brillo del sol se extingue
trayendo, de la noche, su estirpe
y envolviendo a todo quien la mira
¿Es culpa de ella tapar mis estrellas?
Toda la infelicidad no recae más que en mí.
La única persona que en todo el mundo sentí
no fue más que una sola y fugaz ráfaga de cometas.
Cualquier brillo de Sol en este momento ayudaría,
sea naciente de Australia o de la misma China.
Cualquier brillo de Sol que me ayude a olvidar
será bienvenido a bailar este vals infernal.
El vals de una larga estadía póstuma,
póstuma en vida, no más que un inútil baile
que llevará mi vida y la hará sin sentido hasta la tumba
mas qué desearia yo que ese baile se desgaste.
Paradójico es que mis plegarias a los Dioses escuchar sea difícil
mas a cualquier Brillo humano de Sol sea imposible.
Ya se fue mi esperanza antes no perecible,
ahora mi pareja es la soledad acompañada, y a ella, soy dócil.
lunes, 11 de octubre de 2010
Ahora!
(Les recomiendo que lean mejor el cuento que sigue a este... estoy aburrido y asdsfdgbfhjsgaffasgh y esto es basura :D)
*Sirenas*
*Silencio...*
Mi justa demanda. Derecho constitucional, otorgado a todos los ciudadanos de la nación desde 1980. Estos argumentos no eran suficientes para convencer al hombre al otro lado de la mesa de ser más transigente y colaborar con mi petición. Un grito más, un grito menos. Los Carabineros lo entenderían, libertad de expresión... ¿Ahora? Sí, ¡Ahora! ¡De inmediato, satisfagan mi necesidad! Tres horas más, tres horas menos... No veo la diferencia. La espera dicen, nos ayuda a apreciar mejor las cosas. Pero cada segundo que pasa siento que mi dignidad es absorbida por el monstruo implacable del Capitalismo. Pienso comprarme un kapo con el vuelto, por lo menos el servicio entregado por el vendedor ambulante es más humanitario. Lo único que me sigue motivando a estar acá es el orgullo. No descansaré hasta ver mi petitorio cumplido...
*Sirenas*
*Silencio...*
Un año... pasará volando. Por lo menos mi conciencia está tranquila y luché por lo que era mío. Lástima que los derechos del consumidor ya no se respeten...
Historias de un Médico: Capítulo I
"Se demoraron media hora en llegar, o la suben rápido o yo mismo me encargaré de que no suban a nadie más".
Ese era un momento decisivo, no era para demorarse ni cinco segundos ¡Menos treinta minutos! Era para actuar rápido, no toleré demoras ni ineficacias, todo debía funcionar perfecto. Sin importarme los gritos de las túnicas blancas, comencé a actuar yo, revisé la presión, las heridas, si estaba consiente y los utensilios disponibles en la ambulancia, en ese momento me di cuenta de que los paramédicos no le prestaban atención al cuerpo, hablaban entre ellos y me dejaban hacer el trabajo, no pude hacer nada más que enfurecerme, pero me suprimí y seguí con mi deber.
Ese había sido un día estresante, yo sólo iba pasando por la calle cuando vi una multitud alrededor de algo que no se dejaba analizar bien, me acerqué, miré al suelo y vi a una mujer cercana a los 30 años, de cabellera oscura y piel morena, estaba con los ojos cerrados, volando en otro lugar. Unos metros más allá de donde estaba la fémina, había un camión rojo, grande, pero que, por lo que decía la gente del lugar, no venía tan rápido, lo que permitió que la mujer no muriera en el instante, esto me recordaba a un antiguo caso que había tenido, en los tiempos en que ejercía y no era un simple viejo despechado caminando por la calle.
Era un 17 de abril de 1995 cuando llego una mujer politraumatizada a urgencias y me pidieron a mí, que andaba por ahí sólo porque mi hijo estaba enfermo, que me ocupara de la paciente, porque Raúl, el doctor de turno, no había sido encontrado en el hospital. Yo ya suponía que andaba en sus aventuras con la enfermera jefa, una morena alta, de pelo largo y oscuro, nariz prominente y piel grasosa, a Raúl no le importaba la apariencia de las mujeres, sólo quería conseguir una cosa de ellas, incluso fue impresionante que sus escapadas con esa enfermera se prolongaran por tanto, pero bueno, por lo menos él no era casado ni tenía hijos, y siendo doctor conocía métodos ilegales para abortar, los cuales, más de una vez, usó. Raúl era mi mejor amigo y por eso nunca lo delate sobre sus romances, sus engaños, sus adicciones o sus problemas.
Lo conocí en la enseñanza media, en el Instituto Nacional, habíamos sido parte del escaso grupo que cambió sus preferencias al inglés por el francés, en los tiempos en que los cursos se reordenaban dos veces durante la estadía en ese colegio. Aunque me gustaba el inglés, mi sueño siempre fue vivir en París y poder visitar “La Tour Eiffel” las veces que quisiera, conocer a mi amor en Europa y hablar con cualquier persona que se me atravesara en la calle. Así lo hice, cuatro años después de titularme me fui a vivir a Francia, pero lo que sucedió no fue lo que quería, nada era como lo había soñado, las personas eran agrias, solitarias, egocéntricas e individualistas, no tarde más de seis meses en volver a Chile.
Fui tan rápido como pude al quirófano, ya se había atrasado mucho el trabajo y cuando llegué vi a la mujer con la cara roja y rota, el vientre ensangrentado y las piernas rotas… De seguro ya había perdido a su hijo. Todos estábamos serenos ante tales fracturas, quizás ese sentimiento de calma lo entregaba la experiencia, teníamos la capacidad de aislarnos de la situación, pensar en la persona sufriendo como un objeto, cual pan al que hay que abrir, poner la mortadela, untar la mantequilla y cerrarlo, un procedimiento rápido, eficiente, indoloro y que tiene buenos resultados… eso pensábamos, pero por dentro sentíamos un dolor inmenso, unas ganas de abrazar a esa señora y decirle que todo terminaría pronto, sin importar que eso no fuera así, sentíamos que había que darle esperanzas a esa persona, y así, si moría, por lo menos lo haría con el sentimiento de llegar a algo mejor.
Sentí tal conexión con esa afectada que casi sentía poder leer su mente… ¿En qué estaría pensando?
"Una mujer sale de una casa llorando, un hombre la sigue, se escuchan gritos, llantos, un bebé gritando, unas manos sosteniendo un estómago, un golpe de una mano recia y forzuda contra un rostro blanco y bien formado, la repetición de la escena anterior, por lo menos, diez veces, el hombre corriendo a la casa, la mujer levantándose, mirando con terror a su marido que había salido nuevamente de la construcción, ahora empuñando un cuchillo, el hombre corriendo como enajenado por algo q nadie conocía, la mujer girando lentamente y, a pesar de su estado, tratar de correr un poco hacia la calle, el hombre alcanzándola, tomándola por la espalda y clavando el metal ardiente en el vientre voluptuoso, y el cuerpo, que a toda velocidad, arrolló a los dos y los hizo volar por 10 metros".
La mujer murió… era lo más lógico y al mismo tiempo ilógico, alguien le quitó su vida, no sé ni nunca sabré si ese era el momento en el que tenía que morir, si alguna fuerza superior había elegido ese momento o fue solo capricho de su marido, no lo sé y he tratado hace mucho de averiguarlo y sólo he llegado a la conclusión de que sólo lo sabré en el momento de mi propia muerte, la que se avecina pronto.
Me despedí de mis compañeros de cirugía y fui a ver como estaba mi hijo, que fue por lo que realmente vine, cuando fui a la sala de espera, con ansias de preguntar a mi mujer, no la encontré, no encontré a mi mujer, encontré a una farsante, una impostora, una mala actriz, una mentirosa, mentirosa conmigo, con ella, con nuestros hijos y con todo el mundo… ¡Una puta! Una tal que se había metido con mi mejor amigo y estaba toqueteándose en la sala de espera. Sentí odio, terror… ¡horror! Y todo lo malo que se puede sentir, fue un golpe a mi vida y a mi honor, el cual, yo pensaba, no dominaba mi vida… hasta este momento, mas me decidí dejarlos seguir y retirarme del lugar.
En la ambulancia recordé todo esto y me sentí tan mal que cuando llegamos al hospital, dejé a la mujer en la entrada de urgencias y salí corriendo de ahí, corrí, corrí y no paré nunca, seguí hasta el infinito, con el único consuelo de que el Alzheimer no me dejará volver a pensar en esta situación, así como tampoco me dejará recordar todos los hechos que contaré de aquí en adelante, recuérdenlos bien porque sólo podré contarlos una vez y así me libraré de ellos hasta la muerte.
Ese era un momento decisivo, no era para demorarse ni cinco segundos ¡Menos treinta minutos! Era para actuar rápido, no toleré demoras ni ineficacias, todo debía funcionar perfecto. Sin importarme los gritos de las túnicas blancas, comencé a actuar yo, revisé la presión, las heridas, si estaba consiente y los utensilios disponibles en la ambulancia, en ese momento me di cuenta de que los paramédicos no le prestaban atención al cuerpo, hablaban entre ellos y me dejaban hacer el trabajo, no pude hacer nada más que enfurecerme, pero me suprimí y seguí con mi deber.
Ese había sido un día estresante, yo sólo iba pasando por la calle cuando vi una multitud alrededor de algo que no se dejaba analizar bien, me acerqué, miré al suelo y vi a una mujer cercana a los 30 años, de cabellera oscura y piel morena, estaba con los ojos cerrados, volando en otro lugar. Unos metros más allá de donde estaba la fémina, había un camión rojo, grande, pero que, por lo que decía la gente del lugar, no venía tan rápido, lo que permitió que la mujer no muriera en el instante, esto me recordaba a un antiguo caso que había tenido, en los tiempos en que ejercía y no era un simple viejo despechado caminando por la calle.
Era un 17 de abril de 1995 cuando llego una mujer politraumatizada a urgencias y me pidieron a mí, que andaba por ahí sólo porque mi hijo estaba enfermo, que me ocupara de la paciente, porque Raúl, el doctor de turno, no había sido encontrado en el hospital. Yo ya suponía que andaba en sus aventuras con la enfermera jefa, una morena alta, de pelo largo y oscuro, nariz prominente y piel grasosa, a Raúl no le importaba la apariencia de las mujeres, sólo quería conseguir una cosa de ellas, incluso fue impresionante que sus escapadas con esa enfermera se prolongaran por tanto, pero bueno, por lo menos él no era casado ni tenía hijos, y siendo doctor conocía métodos ilegales para abortar, los cuales, más de una vez, usó. Raúl era mi mejor amigo y por eso nunca lo delate sobre sus romances, sus engaños, sus adicciones o sus problemas.
Lo conocí en la enseñanza media, en el Instituto Nacional, habíamos sido parte del escaso grupo que cambió sus preferencias al inglés por el francés, en los tiempos en que los cursos se reordenaban dos veces durante la estadía en ese colegio. Aunque me gustaba el inglés, mi sueño siempre fue vivir en París y poder visitar “La Tour Eiffel” las veces que quisiera, conocer a mi amor en Europa y hablar con cualquier persona que se me atravesara en la calle. Así lo hice, cuatro años después de titularme me fui a vivir a Francia, pero lo que sucedió no fue lo que quería, nada era como lo había soñado, las personas eran agrias, solitarias, egocéntricas e individualistas, no tarde más de seis meses en volver a Chile.
Fui tan rápido como pude al quirófano, ya se había atrasado mucho el trabajo y cuando llegué vi a la mujer con la cara roja y rota, el vientre ensangrentado y las piernas rotas… De seguro ya había perdido a su hijo. Todos estábamos serenos ante tales fracturas, quizás ese sentimiento de calma lo entregaba la experiencia, teníamos la capacidad de aislarnos de la situación, pensar en la persona sufriendo como un objeto, cual pan al que hay que abrir, poner la mortadela, untar la mantequilla y cerrarlo, un procedimiento rápido, eficiente, indoloro y que tiene buenos resultados… eso pensábamos, pero por dentro sentíamos un dolor inmenso, unas ganas de abrazar a esa señora y decirle que todo terminaría pronto, sin importar que eso no fuera así, sentíamos que había que darle esperanzas a esa persona, y así, si moría, por lo menos lo haría con el sentimiento de llegar a algo mejor.
Sentí tal conexión con esa afectada que casi sentía poder leer su mente… ¿En qué estaría pensando?
"Una mujer sale de una casa llorando, un hombre la sigue, se escuchan gritos, llantos, un bebé gritando, unas manos sosteniendo un estómago, un golpe de una mano recia y forzuda contra un rostro blanco y bien formado, la repetición de la escena anterior, por lo menos, diez veces, el hombre corriendo a la casa, la mujer levantándose, mirando con terror a su marido que había salido nuevamente de la construcción, ahora empuñando un cuchillo, el hombre corriendo como enajenado por algo q nadie conocía, la mujer girando lentamente y, a pesar de su estado, tratar de correr un poco hacia la calle, el hombre alcanzándola, tomándola por la espalda y clavando el metal ardiente en el vientre voluptuoso, y el cuerpo, que a toda velocidad, arrolló a los dos y los hizo volar por 10 metros".
La mujer murió… era lo más lógico y al mismo tiempo ilógico, alguien le quitó su vida, no sé ni nunca sabré si ese era el momento en el que tenía que morir, si alguna fuerza superior había elegido ese momento o fue solo capricho de su marido, no lo sé y he tratado hace mucho de averiguarlo y sólo he llegado a la conclusión de que sólo lo sabré en el momento de mi propia muerte, la que se avecina pronto.
Me despedí de mis compañeros de cirugía y fui a ver como estaba mi hijo, que fue por lo que realmente vine, cuando fui a la sala de espera, con ansias de preguntar a mi mujer, no la encontré, no encontré a mi mujer, encontré a una farsante, una impostora, una mala actriz, una mentirosa, mentirosa conmigo, con ella, con nuestros hijos y con todo el mundo… ¡Una puta! Una tal que se había metido con mi mejor amigo y estaba toqueteándose en la sala de espera. Sentí odio, terror… ¡horror! Y todo lo malo que se puede sentir, fue un golpe a mi vida y a mi honor, el cual, yo pensaba, no dominaba mi vida… hasta este momento, mas me decidí dejarlos seguir y retirarme del lugar.
En la ambulancia recordé todo esto y me sentí tan mal que cuando llegamos al hospital, dejé a la mujer en la entrada de urgencias y salí corriendo de ahí, corrí, corrí y no paré nunca, seguí hasta el infinito, con el único consuelo de que el Alzheimer no me dejará volver a pensar en esta situación, así como tampoco me dejará recordar todos los hechos que contaré de aquí en adelante, recuérdenlos bien porque sólo podré contarlos una vez y así me libraré de ellos hasta la muerte.
jueves, 7 de octubre de 2010
Analítico
No lo aguanto, no lo soporto, no me gusta, lo detesto, lo odio, me carga que traten de analizarme, que traten de entenderme sin hacerlo, que se crean mejor que el resto para interactuar conmigo, que crean que sus desiciones son más importantes que las de un perro, no aguanto que me pregunten que hacer, no soporto que no me conozcan y que, aún diciéndoselos, lo piensen y ¡Peor aún! que lo digan.
Déjense, aléjense, si no quieren entender ¡Púdranse! pues no soy ninguna máquina, ni ningún sujeto de experimentación, ¡Soy una persona! y por eso soy distinto a tí, por eso te odio, por eso no te aguanto, me cargas hasta creer que unos años lejos de ti serían comparables a la vida en el paraíso.
No trates de entenderme por tu lógica, que de seguro no podrás, ni siquiera sigas a los grandes que no son más que ególatras, pedantes, arrogantes que creen saber lo que el resto piensa o puede llegar a pensar, que se creen importantes por creer tener la capacidad de decir lo q el resto siente, pues aquí les va mi opinión; ¡Todos los complejos que le hacen ver al mundo no son nada más que para menguarlo y verse ustedes mismos como superiores! Paren por un momento, paren y sientan si es que son capaces, y dense cuenta que no soy igual a ustedes, percátense de que lo que me diferencia es que soy capaz de decir lo que tengo que decir en el momento correcto porque sé sentir, no como ustedes.
Déjense, aléjense, si no quieren entender ¡Púdranse! pues no soy ninguna máquina, ni ningún sujeto de experimentación, ¡Soy una persona! y por eso soy distinto a tí, por eso te odio, por eso no te aguanto, me cargas hasta creer que unos años lejos de ti serían comparables a la vida en el paraíso.
No trates de entenderme por tu lógica, que de seguro no podrás, ni siquiera sigas a los grandes que no son más que ególatras, pedantes, arrogantes que creen saber lo que el resto piensa o puede llegar a pensar, que se creen importantes por creer tener la capacidad de decir lo q el resto siente, pues aquí les va mi opinión; ¡Todos los complejos que le hacen ver al mundo no son nada más que para menguarlo y verse ustedes mismos como superiores! Paren por un momento, paren y sientan si es que son capaces, y dense cuenta que no soy igual a ustedes, percátense de que lo que me diferencia es que soy capaz de decir lo que tengo que decir en el momento correcto porque sé sentir, no como ustedes.
domingo, 3 de octubre de 2010
Solo
¿Su madre? está al otro lado de su vida, separada de él por los talleres de cada día. Primero gimnasia los lunes, miércoles y viernes; seguido por artes plásticas los martes y jueves. Los sábado tiene la junta semanal con sus amigas de toda la vida y los domingo va a visitar a su hermano que vive sólo desde que obtuvo su título de veterinario.
¿Padre? Por favor, ni lo menciones. Ya ha pasado mucho tiempo y el padre dejó de existir. ¿Pero está vivo? Seguramente, aunque no entiendo cual sería la diferencia entre vivo y muerto si él no lo puede ver. Lejos... Pero eso también da lo mismo, si aunque viviese al lado de su casa no lo podría reconocer como tal. La fila de los cigarros es muy larga, eso pensaba cuando chico. Tampoco encontraba, por más que escrutaba su memoria, algún vestigio del hábito de fumador de su padre antes del inicio de su inexistencia.
¿Hermanos? Sólo uno, veterinario. La mamá lo quiere más a él y todos los saben. Es tan obvio que no era ni necesario decirlo. Los tratos preferenciales y el afectuoso saludo que se dan cada vez que él los ve lo demuestra. Conversan horas de distintos temas: Política, internet, rotación de la tierra... Las posibilidades son infinitas porque, para ellos, todo es profundizable. Mientras, él se queda sentado en el living / comedor / cocina / dormitorio / sólo-le-falta-ser-baño del departamento. Claro, es de las pocas veces en que lo dejan ir para allá
¿Chispita? Prefiere su pelota de juguete. O acostarse en su cama o salir a trepar los tejados de las casas vecinas. El animal sólo lo utiliza, para lanzarle la pelota o ayudarlo a bajar de algún lado o darle la comida. Un simple instrumento, aunque eso es mejor que ser ignorado o sentirse sobra. Por lo menos le sirve a algún ser vivo, ahora no es inútil y los procesos químicos de obtención de energía que realiza su cuerpo no son en vano.
Es que... igual, toda la vida se ha preguntado lo mismo: "¿Si no sirvo, para qué estoy vivo?" Y yo personalmente creo que tiene razón. Todo el oxígeno, alimentos, medicamentos y cuidados que recibe podrían estar siéndole proporcionados a alguien que intenta descubrir la fórmula de la vida eterna o algún método de obtención de energía perpetua. O hasta la manera de revertir la entropía (Eso sin contar como podríamos salvar a los huemules). Personas mucho más importantes que un simple niño abandonado, sin padre ni madre ni hermano, ni un gato que lo quiera. Un estorbo para la sociedad que consume los pocos recursos que su hermano se gana salvando perritos y que su madre necesita para tonificarse y verse bien o recrearse. Un niño solo y sin amor.
¿Padre? Por favor, ni lo menciones. Ya ha pasado mucho tiempo y el padre dejó de existir. ¿Pero está vivo? Seguramente, aunque no entiendo cual sería la diferencia entre vivo y muerto si él no lo puede ver. Lejos... Pero eso también da lo mismo, si aunque viviese al lado de su casa no lo podría reconocer como tal. La fila de los cigarros es muy larga, eso pensaba cuando chico. Tampoco encontraba, por más que escrutaba su memoria, algún vestigio del hábito de fumador de su padre antes del inicio de su inexistencia.
¿Hermanos? Sólo uno, veterinario. La mamá lo quiere más a él y todos los saben. Es tan obvio que no era ni necesario decirlo. Los tratos preferenciales y el afectuoso saludo que se dan cada vez que él los ve lo demuestra. Conversan horas de distintos temas: Política, internet, rotación de la tierra... Las posibilidades son infinitas porque, para ellos, todo es profundizable. Mientras, él se queda sentado en el living / comedor / cocina / dormitorio / sólo-le-falta-ser-baño del departamento. Claro, es de las pocas veces en que lo dejan ir para allá
¿Chispita? Prefiere su pelota de juguete. O acostarse en su cama o salir a trepar los tejados de las casas vecinas. El animal sólo lo utiliza, para lanzarle la pelota o ayudarlo a bajar de algún lado o darle la comida. Un simple instrumento, aunque eso es mejor que ser ignorado o sentirse sobra. Por lo menos le sirve a algún ser vivo, ahora no es inútil y los procesos químicos de obtención de energía que realiza su cuerpo no son en vano.
Es que... igual, toda la vida se ha preguntado lo mismo: "¿Si no sirvo, para qué estoy vivo?" Y yo personalmente creo que tiene razón. Todo el oxígeno, alimentos, medicamentos y cuidados que recibe podrían estar siéndole proporcionados a alguien que intenta descubrir la fórmula de la vida eterna o algún método de obtención de energía perpetua. O hasta la manera de revertir la entropía (Eso sin contar como podríamos salvar a los huemules). Personas mucho más importantes que un simple niño abandonado, sin padre ni madre ni hermano, ni un gato que lo quiera. Un estorbo para la sociedad que consume los pocos recursos que su hermano se gana salvando perritos y que su madre necesita para tonificarse y verse bien o recrearse. Un niño solo y sin amor.
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