domingo, 16 de mayo de 2010
El Gato Magnético
Yochiko es un gato que vive en la ciudad de Tokio, Japón, y que tiene la capacidad de atraer y repeler elementos metálicos. Su habilidad como superhéroe en contra de los grandes robot malignos de los nipones se ha visto últimamente opacada por otros trabajadores en el mismo rubro, así que últimamente se ha dedicado a encontrar llaves perdidas o monedas de 100 yenes. El otro día recibió un llamado del Presidente Japonés, pidiéndole que polarice un destornillador para poder recoger los tornillos de sus juguetes con mayor facilidad, pero Yochiko estaba cansado y sólo quería dormir. Así que se acostó en su cama (De madera, obviamente) y no volvió a despertar.
viernes, 14 de mayo de 2010
Hipotermia
Hace frío...
...llueve...
...truena...
...de la oscuridad...
Hace frío y me pongo la bufanda... Mejor no porque no podré sentir tu cara cuando me saludes...
Hace frío y camino al paradero, la micro pasa generalmente a las 3:30...
Hace frío y para tratar de calmarlo me compro un café en el paradero...
Hace frío y procuro comprar el mas barato para que me alcance el dinero para las rosas que pienso darte hoy, rosas mojadas porque...
...llueve...
...llueve y no estás ahí, te he estado esperando toda la tarde...
..llueve y hace frío, pero el calor de tu cuerpo cuando llegues lo compensará todo...
...llueve y se escuchan las gotas cayendo, una a una, sobre el duro suelo de asfalto de una antigua calle del centro...
...llueve y escogí esa calle para que tus zapatos no se ensucien con tierra de parque, mojada por una nube que...
...truena...
...truena y muy fuerte, pero eso no me distrae de mis pensamientos, no me distrae de tí...
...truena y parece que el cielo se cae, pero sé que tu quieres verme tanto como yo te quiero ver...
...truena y la calle está vacía, en realidad no porque sé que estás en ella, lejos de mi vista pero cerca de mi corazón...
...truena y mi pulso se acelera en medio de la nada, de la penumbra, del silencio...
...de la oscuridad...
...de la oscuridad y tus recuerdos...
...de la oscuridad y todos los motivos que me motivaron a esperarte todo el día...
...de la oscuridad y tu belleza, tu personalidad, tu forma de ser, tu... todo!...
...de la oscuridad y de mi alma, cálida, seca, silenciosa y luminosa como el Sol.
viernes, 7 de mayo de 2010
La Rosa Roja
Veo esta rosa café, ya caída, ida con el tiempo, asolada por el paso de los días y falta de nutrientes… ¡Ah! Aún recuerdo cuando sólo era un botón, sólo un pequeño punto, pero de un color muy intenso… rojo, un rojo muy fuerte, apasionado y aguerrido, sabía que sería una rosa intensa, grande y que me gustaría, sólo con verla, se notaba de lejos lo que pasaría. Y así fue, la rosa floreció rápidamente, me encantó como lo hizo, a veces rápido, otras lentas, pero siempre sorprendente, feliz… una gran felicidad, nada me hizo más feliz que ver florecer la rosa, verla crecer, sentir su aroma, su esencia, sus raíces y su futuro… ¡Dios!, creí que esta rosa sólo tenía deparado crecer, seguir floreciendo sin fin, hasta la eternidad, y que su color se haría más intenso, más intenso aún que los colores existentes, pero ahora me siento como un tonto, un ingenuo, un timado por la vida, un engañado por el destino y un traicionado por el mismo amor, sólo soy un inexperto llorando y sufriendo a causa de mi propia felicidad, la rosa que un día fue bella al otro se pigmentó de un descolorido rosa, al siguiente, de un color muerto, al siguiente, ya el tallo se doblaba, y el siguiente a ese es hoy, el día en que miro la rosa, y veo su ido esplendor con melancolía, no hago más que llorar porque sé que con ella se ha ido mi vida.
Entretenimiento Ruso
-Era una noche de invierno...
-Nopos! es verano... así no llueve y la gente no se moja ni sufre por el frío.
-Bueno, era verano... Yo estaba leyendo...
-¡Jugando videojuegos!
-Es que no estaba haciendo eso...
-Igual, ¡Dilooo!
-Está bien... Yo jugaba videojuegos cuando tocaron la puerta. Al abrir tuve un mal presentimiento, el cual se confirmó al ver a mi...
-Perro tortuga gigante!
-Ehm... ya, perro tortuga gigante... El perro se acercó a mi...
-¡No es un perro! ¡Es un perro tortuga gigante!
-Perdón... El perro tortuga gigante se acerco y...
-¡Y se comió tus cejas!
-No voy a decir eso...
-¡Entonces te pidió pololeo!
-Pero Qué??? Ehm... ya, me pidió pololeo... Aun así le dije que...
-¡Le dijiste que sí!
-¡No le voy a decir que sí! ¡Es un perro masculino!
-Iguaaaal... te gustan los perros, no?
-Sí, pero no para pololear con uno...
-Aaah... bueno, le dijiste que no... ¿Que paso entonces? ¡Deja de detenerte a cada rato!
-¡Aaargh! Ya, le dije que no y el perro se fue...
-El perro estaba triste?
-Ehm... yo creo, si dices que me pidio pololeo y le dije que no...
-Aaah... ¿Y por que le dijiste que no si sabias que estaría triste?
-¡No me gustan los perros de esa forma!
-¿Como sabes?
-No voy a contestar eso... Ya, para de interrumpir...
-¡Pero sigue el cuento! ¿Que paso entonces?
-Seguí leyendo...
-¿No jugabas videojuegos?
-Cierto, entonces, seguí jugando videojuegos.
-¿Qué jugabas?
-Ehm... Tetris...
-Ah, que fome... me voy, no sabes contar historias...
-Nopos! es verano... así no llueve y la gente no se moja ni sufre por el frío.
-Bueno, era verano... Yo estaba leyendo...
-¡Jugando videojuegos!
-Es que no estaba haciendo eso...
-Igual, ¡Dilooo!
-Está bien... Yo jugaba videojuegos cuando tocaron la puerta. Al abrir tuve un mal presentimiento, el cual se confirmó al ver a mi...
-Perro tortuga gigante!
-Ehm... ya, perro tortuga gigante... El perro se acercó a mi...
-¡No es un perro! ¡Es un perro tortuga gigante!
-Perdón... El perro tortuga gigante se acerco y...
-¡Y se comió tus cejas!
-No voy a decir eso...
-¡Entonces te pidió pololeo!
-Pero Qué??? Ehm... ya, me pidió pololeo... Aun así le dije que...
-¡Le dijiste que sí!
-¡No le voy a decir que sí! ¡Es un perro masculino!
-Iguaaaal... te gustan los perros, no?
-Sí, pero no para pololear con uno...
-Aaah... bueno, le dijiste que no... ¿Que paso entonces? ¡Deja de detenerte a cada rato!
-¡Aaargh! Ya, le dije que no y el perro se fue...
-El perro estaba triste?
-Ehm... yo creo, si dices que me pidio pololeo y le dije que no...
-Aaah... ¿Y por que le dijiste que no si sabias que estaría triste?
-¡No me gustan los perros de esa forma!
-¿Como sabes?
-No voy a contestar eso... Ya, para de interrumpir...
-¡Pero sigue el cuento! ¿Que paso entonces?
-Seguí leyendo...
-¿No jugabas videojuegos?
-Cierto, entonces, seguí jugando videojuegos.
-¿Qué jugabas?
-Ehm... Tetris...
-Ah, que fome... me voy, no sabes contar historias...
martes, 4 de mayo de 2010
Ya estaba todo planificado, las cosas preparadas, mi bolso con los artilugios adentro, cubiertos de papel de aluminio para que ningún detector pudiera dar sospecha alguna, pero sobretodo me encontraba dispuesto a hacerlo.
Era Junio de 1998 cuando mi padre fue acusado de homicidio, cosa que él no habría cometido, el juez local Marcos J. Manson, no tuvo compasión al dictar la sentencia. Incluso contando con argumentos insuficientes mi padre fue a dar a la silla eléctrica en primera instancia. Sí, el mismo hombre que me enseño a leer cuando tenía cinco años murió electrificado, por el juicio desinteresado que dicto un incompetente, que parece no tener valor alguno.
Pero las horas que le quedan por vivir están contadas. Y desde ese ladrillo del muro, que fue la muerte de mi progenitor, me he dedicado día y noche a planear esta venganza, la que ejecutaré en unas horas más.
Asesinarlo a él, no sería suficiente, librar a alguien de este infierno terrenal en el que estamos sumergidos no sería suficiente para saciar mi sed. Por eso logré de alguna manera hacerme un gran amigo de su hija, y única descendiente, Selena Manson. Bueno, quizás más que amigos, pues desde hace dos años que finjo ser su novio y ella está convencida de que siento lo mismo que ella siente por mí. Pero los sentimientos ya no penetran este frío corazón.
Hoy acordamos reunirnos a las afueras de las oficinas de su padre, en el juzgado de la ciudad. Ya estaba listo para continuar el procedimiento, revisé los artefactos de mi bolso con mucho sigilo y apreté el botón, el botón del verdadero juicio final.
Pasé a través del detector de metales, mis músculos se tensaron como nunca antes, y un calor abrasante me envolvió al momento de entrar, pero nada sucedió, di un suspiro y continué mi caminata.
¡Alex! ¡Qué bueno es verte otra vez! – gritó Selena con una gran sonrisa en el rostro.
Selena, mi amor. – Corrí a darle un abrazo, y no la solté. Y no pensaba soltarla hasta el momento final. A los diez segundos de la cuenta final un “¡Bip!” debería sonar, y al parecer no faltaba mucho.
¿Qué fue ese sonido? ¿Es tu teléfono celular? - Dijo Selena mientras continuaba abrazándola.
La apreté con todas mis fuerzas, con toda la irá que acumulaba hace años, quería lastimarla, verla sufrir.
¡Alex! ¡Me lastimas! ¡Suéltame! ¡Por favor! ¡Aaaagh! – gritó ella desesperada al verme en esta actitud, que nunca había tomado frente a ella antes.
Susurré a su oído - ¿Sabes lo que una bomba puede hacer? – y me reí a carcajadas, luego, la apreté más aún, con todas mis fuerzas, de modo que pude sentir huesos crujir en sus delicados brazos.
¿¡De qué hablas, Alex!? – seguía exclamando tratando de zafarse de mis brazos, los brazos del destino.
Lo mismo que una silla eléctrica, matar. – susurre otra vez a su oído de forma pausada.
Fue entonces cuando el espectáculo mostró todo su esplendor con fuego, luces, grandes sonidos, gritos, llantos, vidrios rotos, sangre, pedazos de piel que se desprendían de su cuerpo, y del mío. Y me da gusto el día de hoy el solo recordar sus brazos desprendiéndose de su cuerpo mientras su cabeza se partía a pedazos, pues veía en ella a Marcos J. Manson, en cada expresión, en cada rasgo de su rostro.
Ella murió, y yo estoy postrado en una camilla del Hospital Cárdenas, sin piernas, el torso y el rostro con quemaduras graves y solo con el brazo derecho, el que me ha ayudado a escribir este relato.
Al parecer ahora Manson debe sentir lo mismo que yo siento, pero debe ser peor aún para él, pensar que todo esto fue por su culpa, por su poca vocación, por su poca empatía.
Creo que ahora puedo morir feliz, la justicia divina se ha hecho.
CUENTO POR SIMON LABARCA
Era Junio de 1998 cuando mi padre fue acusado de homicidio, cosa que él no habría cometido, el juez local Marcos J. Manson, no tuvo compasión al dictar la sentencia. Incluso contando con argumentos insuficientes mi padre fue a dar a la silla eléctrica en primera instancia. Sí, el mismo hombre que me enseño a leer cuando tenía cinco años murió electrificado, por el juicio desinteresado que dicto un incompetente, que parece no tener valor alguno.
Pero las horas que le quedan por vivir están contadas. Y desde ese ladrillo del muro, que fue la muerte de mi progenitor, me he dedicado día y noche a planear esta venganza, la que ejecutaré en unas horas más.
Asesinarlo a él, no sería suficiente, librar a alguien de este infierno terrenal en el que estamos sumergidos no sería suficiente para saciar mi sed. Por eso logré de alguna manera hacerme un gran amigo de su hija, y única descendiente, Selena Manson. Bueno, quizás más que amigos, pues desde hace dos años que finjo ser su novio y ella está convencida de que siento lo mismo que ella siente por mí. Pero los sentimientos ya no penetran este frío corazón.
Hoy acordamos reunirnos a las afueras de las oficinas de su padre, en el juzgado de la ciudad. Ya estaba listo para continuar el procedimiento, revisé los artefactos de mi bolso con mucho sigilo y apreté el botón, el botón del verdadero juicio final.
Pasé a través del detector de metales, mis músculos se tensaron como nunca antes, y un calor abrasante me envolvió al momento de entrar, pero nada sucedió, di un suspiro y continué mi caminata.
¡Alex! ¡Qué bueno es verte otra vez! – gritó Selena con una gran sonrisa en el rostro.
Selena, mi amor. – Corrí a darle un abrazo, y no la solté. Y no pensaba soltarla hasta el momento final. A los diez segundos de la cuenta final un “¡Bip!” debería sonar, y al parecer no faltaba mucho.
¿Qué fue ese sonido? ¿Es tu teléfono celular? - Dijo Selena mientras continuaba abrazándola.
La apreté con todas mis fuerzas, con toda la irá que acumulaba hace años, quería lastimarla, verla sufrir.
¡Alex! ¡Me lastimas! ¡Suéltame! ¡Por favor! ¡Aaaagh! – gritó ella desesperada al verme en esta actitud, que nunca había tomado frente a ella antes.
Susurré a su oído - ¿Sabes lo que una bomba puede hacer? – y me reí a carcajadas, luego, la apreté más aún, con todas mis fuerzas, de modo que pude sentir huesos crujir en sus delicados brazos.
¿¡De qué hablas, Alex!? – seguía exclamando tratando de zafarse de mis brazos, los brazos del destino.
Lo mismo que una silla eléctrica, matar. – susurre otra vez a su oído de forma pausada.
Fue entonces cuando el espectáculo mostró todo su esplendor con fuego, luces, grandes sonidos, gritos, llantos, vidrios rotos, sangre, pedazos de piel que se desprendían de su cuerpo, y del mío. Y me da gusto el día de hoy el solo recordar sus brazos desprendiéndose de su cuerpo mientras su cabeza se partía a pedazos, pues veía en ella a Marcos J. Manson, en cada expresión, en cada rasgo de su rostro.
Ella murió, y yo estoy postrado en una camilla del Hospital Cárdenas, sin piernas, el torso y el rostro con quemaduras graves y solo con el brazo derecho, el que me ha ayudado a escribir este relato.
Al parecer ahora Manson debe sentir lo mismo que yo siento, pero debe ser peor aún para él, pensar que todo esto fue por su culpa, por su poca vocación, por su poca empatía.
Creo que ahora puedo morir feliz, la justicia divina se ha hecho.
CUENTO POR SIMON LABARCA
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